A veces pienso, cuando me enfrento a un nuevo post en blanco y una idea para plasmar, como debo afrontar su escritura, ya que no es lo mismo explicar un suceso para algún amigo que me conozca de Sevilla, para mi familia, para leerlo yo mismo dentro de unos meses, para alguien que está buscando información porque pretende pedirse una Erasmus, para alguien que prepara una visita turística a la Costa Azul o para algún despistado que ha venido a parar gracias a estos misterios que nos aporta el algoritmo de Google. Tú, que ahora mismo me lees, no sé en que grupo estás, así que si siguiendo este mensaje en algún momento sientes que no tendrías que estar leyendo esto, simplemente es que no era para ti.
Javi y yo llegamos a finales de Agosto, y contando desde Septiembre, llevamos 5 meses y medio de estancia (interrumpida por las fiestas que pasamos por casa), y suponiendo que no nos quedemos durante el verano para trabajar, quedan 4 meses y medio. Así que pasado el ecuador oficial de la beca, es momento de poner en orden las ideas y buscarle un por qué, un motivo, y sobre todo, empezar a meditar serenamente que es lo que estamos sacando de todo esto, aunque ahora me resulte casi imposible tener una visión lo suficientemente serena, porque, aunque el movimiento se demuestre andando, hace falta un alto en el camino para sopesar lo andado.
Así que por ahora me conformo con poder hacer un resumen sobre lo que he aprendido, lo que abre la mente el estar conviviendo con gente de diferentes culturas, lo que te hace darte cuenta de que no existen verdades absolutas, el hecho de aprender el idioma, las fiestas, las clases, …
¿Si merece la pena? Pues que queréis que os diga, el estar aquí también tiene cosas malas, como lo que cuesta la vida, la pesadez de llevar desde abril del año pasado rellenando y arreglando papeles y qué a día de hoy aun sigan saliendo problemas, la dificultad de vivir lejos de la familia, el freno que supone (por muy bien que te lo montes) al ritmo normal de clases y asignaturas aprobadas, …
Personalmente, después de esta experiencia, yo, que soy chico de barrio, no volveré a ser el mismo. Todo se ve de otra forma, las cosas no se toman tan a la tremenda y se vive la vida con una actitud más abierta.
Sinceramente, estoy tranquilo, y el 95% del tiempo son momentos de risa. Como muestra, un botón: